Nuestra salud es el bien más preciado que podemos disponer. Nuestro cuerpo es único, intransferible e irremplazable. En nosotros está la posibilidad de hacer cuánto podamos por mantenerlo y cuidarlo. A menudo infravaloramos la posibilidad de sufrir un infortunio, cuando estos, en muchas ocasiones escapan de nuestro control, quedando desprotegidos en manos del azar.
Protegidos en bicicleta
Quizás, mi poca experiencia y habilidad ciclista me hagan extremar las precauciones y medidas de seguridad sobre las dos ruedas. Así por ejemplo, como creo que se debe hacer, siempre llevo conmigo el instrumental básico que me permita reparar un pinchazo y poder regresar a mi lugar de partida. Por añadidura, ya sea para poder tomar un refrigerio, o un tentempié si fuera preciso, siempre dispongo de algunos eurillos en efectivo e incluso una tarjeta de crédito por si el gasto del imprevisto fuera mayor del dinero que poseo.
Por supuesto, tampoco puede faltar entre mis pertenencias ciclistas un documento acreditativo de mi persona, y el teléfono móvil con el que poder comunicarme ante cualquier urgencia personal o que presencie. Como mi bicicleta además de ser un instrumento de entrenamiento también lo es de transporte urbano, esta provista de sendas luces delantera y trasera que faciliten mi visualización cuando la penumbra acecha la ciudad.
Seguridad al hacer ejercicio, es tranquilidad al practicarlo, tanto para ti como paras los de alrededor
El casco, es uno de los elementos que considero imprescindible tanto en trayectos urbanos como interurbanos sobre dos ruedas. Es de polémica actualidad la obligatoriedad o no de su uso dentro de la ciudad. Si bien hay detractores que rechazan el imperativo de portar casco en las urbes basando sus argumentaciones en comodidad y trastorno de quienes se desplazan en bicicleta, así como la problemática de las tiendas de alquiler de vehículos urbanos a pedales, que implicaría dificultades higiénicas en el préstamos del material y todo ello contribuiría tanto un descenso del negocio, como del uso de la bicicleta o medio de locomoción urbano.
Creo en mi opinión, que todos estos pequeños inconvenientes no deben superponerse a la seguridad de la persona. No me parece motivo de peso, escudarse en la molestia de cargar con el material o el calor que puede ocasionar su utilización en las épocas de altas temperaturas, frente a la posibilidad de poder contribuir a minimizar las lesiones de una caída o atropello.
Puede ser cierto que la velocidad de la marcha sea un agravante en el caso de tener un accidente, y esta es menor en las urbes que en las carreteras. Pero en contra, somos incapaces de predecir qué clase y cómo se va a producir un infortunio y la importancia que pudiera tener el casco en la caída.
La seguridad no está de más, prevenir cualquier tipo de accidente es ahorrar en disgustos
Todas las precauciones que empleo en la bicicleta, sin embargo no las aplico cuando salgo a correr. Voy desprovista de cualquier documento, dinero o teléfono con el que comunicarme o poder localizar a alguna persona cercana. Cuando corro, desestimo cualquier posibilidad de riesgo, no me alejo grandes distancias, ni lo hago por zonas poco transitadas; doy por hecho que de sufrir un incidente pueda llegar sin problemas a mi destino o pedir auxilio. Si bien cualquier percance es imprevisible y fortuito, creo que no está de más tomar alguna pequeña medida de seguridad.
Pulseras identificativas
Desde que era pequeñita, de mi cuello colgaba una chapita con mi nombre, teléfono y grupo sanguíneo grabado, para que, en caso de perderme poder regresar con mi familia. Sin embargo, en la práctica deportiva no siempre es cómodo lucir cadenas o colgantes, pero sí está de moda cubrir las muñecas con pulseras de goma de diversos colores, a veces relacionados con una buena causa o movimiento social. Aprovechando su comodidad para el ejercicio, varias empresas han diseñado pequeños brazaletes con láminas identificativas, en las que en unas líneas poder imprimir nombre, teléfono de contacto, alergias, grupo sanguíneo, localidad o incluso frase con la que se te relacione o motive. La pulsera es una pequeña medida, que ojalá no nos tenga que sacar de ningún apuro, pero creo no está de más poseer para nuestra seguridad y tranquilidad.
Disfrutar del ejercicio es una de las bondades de la actividad física, pensar en los incidentes que podamos tener cuando lo realizamos posiblemente enturbiaría nuestro ánimo al realizarlo. La tranquiliad de minimizar los riesgos cuando corremos o montamos en bicicleta espantará los fantasmas del peligro.